jueves, 26 de marzo de 2009

Fuego en la sangre

“Fuego en la sangre” La madurez literaria de Guillermo Aguilar

En mayo, los cófrades marianos de Texacuangos, sacaban en procesión a la virgen. Y vista desde la altura de los adultos, la virgen era una bella dama de mirada melancólica. Pero desde ras del suelo, de donde la mirábamos los chiquillos, podíamos atestiguar las vergüenzas que escondía esa dama debajo de las enaguas. No eran siquiera humanas. Era un robusto y ordinario tocón de madera.

En ese desconcierto que Balzac llamó, comedia humana, enmedio de la cual, en El Salvador se inscribe la lucha popular, desde el ángulo que ven esta lucha los dirigentes históricos, igual que vista desde arriba la vírgen de los texacuangos, se aprecian épicos paisajes, que algunos han llegado a comparar con el de los Aqueos sitiando Ilion, la ciudad de los Teucros. Y sin embargo, vista, desde el ángulo que la ve Guillermo Aguilar, se es capaz de atestiguar las miserias y vergüenzas que se esconden debajo de los heróicos ropajes en que envuelven la lucha del pueblo salvadoreño, leyendas relatadas en sobreacicaladas autobiografías, dirigentes históricos, y apologetas de la política como oficio para ganarse el pan.

Como los organismos vivos, que se componen de mínimas células que le reproducen, todo cosmos se reproduce en los microcosmos que lo conforman.
Y en el desenredo de la madeja de la última de sus novelas cortas, “Fuego en la sangre”, Aguilar se muestra cauto. No intenta acometer integralmente la totalidad del inabarcable cosmos que es el drama político social salvadoreño. Opta por escoger uno de sus innumerables microcosmos, y se ocupa de diseccionarlo con su peculiar escalpelo literario. Un escalpelo que no se anda con medias tintas en sus tajos, y que hace caso omiso de la posibilidad de recurrir al uso de algún tipo de anestesia metafórica. Un escalpelo brutalmente realista, mas no por eso falto de elegancia literaria.

Los intersticios de ese microcosmos escogido por Guillermo Aguilar, que es el noviazgo de dos jóvenes pertenecientes a estratos sociales contrapuestos, son aprovechados con habilidad por el autor, para, igual que Dante Alhigieri a través de los infiernos, conducirnos a un fugaz recorrido por oscuros y clandestinos laberintos de la convulsionada sociedad salvadoreña, a la vez que reprimida con brutalidad por el establecimiento, alzada en desesperada lucha contra el opresor.

La armazón estructural de esta novela es monologal. Los protagonistas y el autor, dicen cada cual lo suyo en una sucesión de monólogos, que culminan en un muy bien logrado contrapunto literario.

Estructura y contenido, apartes, para que una obra escrita acceda a la categoría de buena literatura, hay un sólo camino. El de la eficacia y contundencia del lenguaje. Estas dos cualidades son las que en un texto atrapan al lector de manera que una vez abierto, el libro, y leído sus primeros párrafos, el dicho lector, si está en la biblioteca, se dirigirá inevitablemente al consabido trámite de préstamo para llevar el libro a casa y disfrutarlo con toda tranquilidad. Y si está en la librería, a lo mejor sacrificará este lector, ese día, una cena suculenta, optará quizás por una cena más económica y sencilla, con el propósito de ajustar los recursos monetarios a modo de poder cubrir el precio del libro, para, igualmente, llevarlo a casa.

En “Fuego en la sangre” se pone de manifiesto una eficacia y una contundencia, idiomáticas, que habían venido en franco proceso de maduración, según el mismo Guillermo Aguilar, en trabajos anteriores a esta novela, que por ello viene a marcarle la mayoría de edad como autor. En efecto, aquellos que le conocen y tratan en el ámbito de la ciudad de Västerås, Suecia, donde recide, al título de profesor de educación primaria, que se agenció en su tierra natral, le agregan ahora el título de escritor, concedido por aclamación del público lector aquí, en la tierra de adopción de este prolífico autor sueco salvadoreño, cuyas obras previas a “Fuego en la sangre”, son: El sapo frente al espejo; Los peces fuera del agua; La carta de un traidor; Auxilio; La palabra.

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