jueves, 28 de mayo de 2009

Bárbaro

Antes que vuelva salir el sol estaré muerto. Lo sé. Nunca me interesó la hechicería, pero cualquiera sabe que en la sangre está la vida, y estos farsantes que me rodean no han podido detener el hilo de sangre que mana de mi nariz.

Dormí un instante, me soñé llorando y al despertar me invadió la melancolía. Mal augurio. Como los hombres de mi pueblo, no recuerdo haberlo hecho nunca. Claro! No he sido ajeno al llanto! Todo hombre o mujer llora al nacer.

Esto comenzó por la mañana. Se ausentó de mí la memoria. No recordaba que horas antes había desposado con Ildiko, hija de nivelungos; ni que estaba en ciernes mi unión con Honoria, hermana de Valentiniano. No supe qué hacía ahí, en campo abierto rodeado de mi séquito avistando el horizonte. Hizo presa de mí un fuerte mareo, como si hubiese bebido demasiado Sekah (leche de yegua fermentada), y caí del caballo. Mis asistentes me ayudaron a retomar la cabalgadura pero no pude. Los hechiceros han no podido evitar que mi nariz siga sangrando todo el día.

La vida escapa de mí por la nariz. En los intermitentes momentos que duermo, sueño con el tiempo que ya pasó, y con la loba.

Ah Teodosio! Valentiniano! Marciano! Bárbaros nos habeis llamado, porque nuestras costumbres no son agradables a vuestros ojos!
Estamos a mano porque a nos, lo abominable anida en las costumbres vuestras.

Nosotros vivimos libres bajo el ancho cielo, respirando aire puro, compartiendo los bebederos con las criaturas de la naturaleza.

Vosotros vivís amurallados, hacinados en la insalubridad, respirando el hedor de vuestras propias excresencias, asociados a las ratas, las moscas y las cucarachas, asolados por la peste que revive cada cierto tiempo de vuestras propias inmundicies.

Bárbaros nosotros, porque desconoceis nuestra lengua?
Nuestro idioma es prohibido a los vasallos. Con los vasallos tratamos en su propia lengua.
Vasallo es quien paga tributo a un señor!
Decid!
Quién paga tributo a quién? Atila a Roma, o Roma a Atila?
Con vuestros embajadores tratamos en Latín, con los griegos en Griego, con Alarico en Godo, con Genserico en Vándalo, con Teodoredo en Visigodo…, sin auxilio de traductores!

Cierto, no escribimos nuestra historia, nuestras tradiciones, el devenir de nuestra política y gobierno. Acaso lo necesitamos?
Historia, tradiciones y leyes, las guarda cada hombre, cada mujer, cada funcionario, cada caudillo nuestro, en la memoria.
Cada tarde cultivamos la memoria, bajo las estrellas, después de saciado el hambre alrededor del fogón, tertuliando los relatos de los viejos.

Me acusais de fraticida!
Desconoceis el viril ejercicio que dirime la irreconciliable opinión entre dos hermanos: el duelo total, con toda arma y sin testigos. Uno sólo es el ungido de los dioses!

Me acusais de rapiña y perjurio!
Pretendeis ignorar que la codicia de vuestro obispo en Margus, le empujó a profanar, y robar las tumbas de nuestros padres, quebrando así el tratado de paz vigente?

Decís de mí, derrotado en los campos catalaúnicos!
Y omitís que en el contraataque el supuesto derrotado vence en Aquileya, Padua, Mantua, Vicenza, Verona, Brescia, Bérgamo, Milán…. Media Italia!

No ha lugar me acuseis de tiranía, de soberbia o megalomanía.
En guerra o en paz, en cualquier sircunstancia, mi presencia es accesible al caudillo de más alto rango o al más humilde combatiente. Al extranjero es prohibido pronunciar mi verdadero nombre. Sólo le es accesible mi cometido, Atila, que significa `padrecito´. Por grandes sean los festejos, nuestra moral de gobierno exije, mientras a la corte se sirve en bajilla de plata, al padrecito se sirve en cuenco y copa de madera.

Incapaces de complicados cálculos, ejercicio intelectual, y empresas, nos decís!
Queréis desconocer que nuestro punto de partida es el invento del arco recurvo asimétrico, cuyos dardos superan en dos tercios el alcance de los dardos romanos, con una fuerza de choque capaz de atravesar las corazas de vuestra caballería?

Quereis ignorar que el territorio sobre el cual hemos organizado la pacífica convivencia de innumerables pueblos, va desde las estepas del Asia central, hasta Germania, y desde el Danubio hasta las islas del Mar Baltikum…?

Quereis obviar que nuestras unidades ofensivas, por reglamento militar, se componen de sesenta mil combatientes a caballo?… Que somos capaces de dirigir hacia un sólo punto, decenas de unidades ofensivas…?

La fabricación del arco recurvo implica un año. Teneis idea de los cálculos necesarios, para garantizar la puntual armamentización de cientos de miles de combatientes, dispersos por todo nuestro territorio; el ejercicio intelectual requerido para que impedimenta, pertrechos y vituallas para sesentamil hombres y el doble de caballos, avancen al mismo ritmo de la fuerza, y se aproximen en secreto a su objetivo?

Es risible que afirmeis que la mano alzada de León I, ese viejo de mirada melancólica, nos impidiera el paso hacia vuestra capital occidental. No estaba en nuestro plan! La oceánica vastedad de nuestras tropas, nos obliga a actuar como el mar. Fue el momento de reflujo, que nos hizo volver grupas y regresar….

… Un humilde pastor puso en mis manos el poder de la venganza. La adoración de un dios usurpador dividía a los hijos de la loba. En sentido contrario siguió el rastro de sangre que traía hacia él una res herida; lo condujo hasta la espada de Marte que yacía semienterrada. Puso el pastor esa espada en mis manos. Al instante escuché la voz que me decía, con esta espada me vengareis…

…Sólo arrasamos ciudades negadas a nuestra misión vengadora y al vasallaje…. Nuestro mensaje ha sido de convivencia entre los pueblos…. Los hunos no somos tantos… Esas miríadas de miríadas de combatientes bajo nuestras órdenes, son miles de otros pueblos que encarnan la venganza… El mensaje de los hunos ha sido la vida al aire libre, en armonía con las criaturas de la naturaleza… Un mensaje fraternal y no de odio…
…Son vuestros frailes avasallados por el temor y el escándalo con que los educaste vos, que a la vista de nuestros estandartes, corren despavoridos, gritando, ahí viene!, ahí viene!, el azote de Dios! …………………