martes, 20 de octubre de 2009

La borrasca

Oscar vio la cabeza de Alvaro descender como escondiéndose debajo del lecho que le servía de cama; volvió la vista hacia arriba. Una masa de nubes pasaban velozmente hacia el sur. Le dio vértigo; al vértigo siguió un profundo vacío en el pecho. Volvió de nuevo la vista hacia donde había desaparecido la cabeza de Alvaro y lloró.

Estaba tendido sobre una estrecha repisa, de las dimensiones de una cama, a 6200 metros de altura, en la pared de un precipicio helado y ventoso. Area central de la cordillera Karakórum. Tenía fracturada la tibia y el peroné de la pierna izquierda, y la muñeca de la mano derecha.

Al lado izquierdo de donde estaba tendido, alzaba otra mole helada, el monte Baintha Brakk. Levantaba la cabeza para ver sobre sus pies, veía el glaciar Biafo; y si haciendo un supremo esfuerzo, se colocaba de lado para ver lo que tenía atrás de su cabeza, aparecía el glaciar Choktoi.

Alvaro descendía hacia el campamento base; la misión: movilizar al mundo al rescate de Oscar. Los clubes alpinistas son poderosos, movilizan incluso, gobiernos.

El llanto de Oscar duró segundos. Su deber era serenarse. Cada movimiento, cada caloría gastada, cada minuto del tiempo transcurrido es decisivo; lo sabía. Estaba ante las circunstancias, que gravitan obligadamente sobre todo montañista. Es parte de la emoción, del reto al carácter; del albur a que todo ser humano obliga la misma lucha diaria: vivir, morir o la mutilación.

Gran fortaleza física y mental era Oscar. Cualquiera empresa a que se dedicaba mostraba resultados extraordinarios. Era consciente de ello. –Pobres de los hombres, si hubiese yo optado por la carrera de banquero –pensaba–. La economía de un país es algo de obligada homologación. La fortuna acumulada por un sólo banquero, obliga a demasiados a la miseria.

Cuántas veces había meditado y discutido con sus seres queridos? Infinidad de veces!
En ese entorno todo estaba hablado y advertido; emocionalmente todo en orden. Esto le dio la misma tranquilidad del viejo que ante el momento crucial, deja su herencia justamente distribuida. Además, no todo estaba consumado. Había el precedente del rescate por helicóptero, en un caso similar al de él, en el mismo monte.

Se dispuso a echar un sueñecito; no se lo permitió el dolor de las fracturas, y un dejo de angustia en el pecho.
Alvaro se descolgaba por el precipicio, con la atención puesta en que según estadísticas, son ocho días la posibilidad de sobrevivencia en las condiciones de Oscar.

El primer día posterior al accidente, lo había utilizado Alvaro en escalar hasta donde tenían la tienda, rescatar y acopiar los medios que dejaba al herido: dos sacos de dormir, una funda vivac, dos cartuchos de gas, un infiernillo, y limitada comida.

Un día y medio le llevó el descenso hasta el campamento base. Llegó con la punta de los dedos semicongelados. Comenzó por alertar al personal de guardia. Es decir, el día tercero contactó y movilizó al club a organizar el rescate. Por la tarde se encargó al servicio meteorológico el pronóstico del tiempo sobre el macizo. No fue fácil. Regularmente entrando el otoño, a una semana de establidad, sigue otra de borrasca; mas a este antes ordenado ciclo, el cambio climático global lo volvía caótico, impredecible.

Desatada la borrasca, la única posibilidad de sobrevir para un escalador, es abandonar el ascenso y descender pausadamente hasta un refugio seguro.

–No es una borrasca cualquiera. Es la borrasca del Karakórum, el dios de la muerte –dicen los nativos de lengua urdu. Lo mismo opinan los escaladores extranjeros.

Luego de inútiles intentos, casi a la medianoche se logró conversar con el teniente coronel Rashid Ulah Baig, quien pilotó el helicóptero que protagonizó un rescate en similares condiciones un año antes. El oficial pidió lograsen, los interesados, la autorización del Estado Mayor.

El cuarto día, el teniente coronel Baig llevó a cabo un vuelo de inspección; examinó el lugar y desaconsejó el intento por helicóptero. Se completó el equipo de rescate, se contrató un grupo de porteadores nativos; pero llegado el momento de partir, algunos del equipo llegados desde España, se reportaron necesitados de un día más para aclimatarse. No hay mal que por bien no venga; se dieron cuenta que hacían falta dosmil quinientos metros de cuerda, y utilizaron el resto del día para acopiarlos en los bazares de Skardú.

Cinco días después del accidente comenzaron el ascenso. Durante duraron los preparativos había hecho un tiempo espléndido; sin vientos tempestuosos, sin nevadas, sin nubarrones a la vista. En el macizo montañoso, la estabilidad climática significa preludio de tormenta. Había que llegar hasta Oscar en término de tres días.

Un día les tomó escalar la cara sur del glaciar Uzum Bral, y medio día descender al lado opuesto para colocarse a la base de su objetivo. Avanzaban más lentamente de lo normal; llevaban a la espalda el doble de equipaje. Se adelantó una cordada para fijar mil setecientos metros de cuerda sobre la vertical pared helada.

Acometieron el ascenso, y aunque creían no estar tan alejados de las pausas de reglamento, estaban extrañamente extenuados. Pronto descubrieron la razón. Oscar y Alvaro habían arrancado la virginidad a una ruta más corta hasta la cima; que antes de ellos se consideró inexpugnable.

En realidad el reglamento estaba siendo violado. Obviaban altos para alimentarse y suprimían horas de sueño, con tal de avanzar más a prisa.

Poco antes de concluir la jornada del día tercero, reconoció Alvaro, a unos quinientos metros en línea vertical hacia arriba, la repisa donde yacía Daniel, y gritó un Eureka! que fue escuchado por toda la cordada.
Cirnió una llovizna helada que se transformó en granos diminutos. El viento trastocaba a ráfagas tempestuosas. Gruesas nubes oscurecieron el cielo. A los granulillos siguieron granizos del tamaño de ciruelas que caían como piedras sobre sus espaldas…

–Oh! –dijo en lengua urdu, el más experimentado de los porteadores– La borrasca del Karakórum!

Vista de lejos, la cordada parecía una larga serpiente ascendiendo sobre el hielo. De pronto se paralizó y emprendió el descenso..