jueves, 26 de febrero de 2009

Pájaros

No recuerdo la fecha exacta que conversé con Magdalena por última vez, poco antes que apareciera muerta en el playón, con un rótulo en el pecho que decía `terrorista´. Las fechas son menos importantes que las personas y los hechos. Las personas son como los cometas que pasan dejando tras de sí una estela. El metal de que está hecho el astro; el trazo de su estela. Eso es lo que importa.

Leía yo el periódico con avidez, sentado a una de las mesas de la cafetería ubicada frente a la sede de la Comisión de Derechos Humanos. –A esa niña la conocí cuando fui miembra del ”Socorro Jurídico” –dijo Magdalena hacia mí, pero como hablando sola. Miraba fíjamente el periódico que sostenía yo entre las manos. En las facciones de su rostro podian adivinarse acudiendo a su mente pormenores relacionados con la chica que aparecía acribillada en la primera plana. La policía aseguraba: peligrosa terrorista.

Bastante joven la chica, según el reporte periodístico, no más de dieciseis años. Se había enfrentado en solitario con una pequeña pistola calibre treintidós, a un grupo de hombres armados, vestidos de civil, que intentaban secuestrarla.
Por testigos presenciales se supo después del informativo, y sin que la prensa diera muestas de aclarar, que el intento de secuestro fue real; lo de la pistola un invento.

Magdalena continuó: –Esos días, los primeros refugiados llegaban desde ”El Roblar” (cerro de Guazapa) huyendo de el exterminio de gentes, animales domésticos y sembrados, que el ejército imponía en esa zona como en muchas otras del interior del país. Así conocí a la pequeña Flor Ismenia que cayó en la orfandad a causa de los escuadrones de la muerte, poco antes del asesinato de el obispo Romero, cuando tenía nada más que diez años.

Se refería a sus padres la pequeña Flor, como personas hacendosas, comunes y corrientes, dedicadas al cultivo de la tierra y a la crianza de gallinas y cerdos. Cuando recordaba a su tío abuelo David, quien también fue asesinado el mismo día que sus padres, se le iluminaba el rostro con una mezcla de admiración y pesadumbre. Se esmeraba en hablar de su tío, para que la gente conociese que existió.

Su relato era límpido, sin odio, pero no podía evadir el tono de una niña obligada a vivir las extremas experiencias de un destino injustamente trágico.

La tarde, después del entierro del obispo Romero, tuvimos un encuentro con esos refugiados para tratar de tranquilizarlos. Intentábamos una explicación racional a los inauditos acontecimientos que estaban teniendo lugar –continúo Magdalena, diríase, monologando–.
El ejército gubernamental, dispara a matar, contra los pobres que sólo piden justicia y pan. Cierto, son pobres, la mayoría analfabetas, y viven en la miseria, pero son auténticos trabajadores! Pertenecen a las fuerzas laborales que generan la economía del país. Sin lugar a dudas, es el Estado quien debe mucho a los que ahora son reprimidos!... Cuando la deuda se vuelve impagable, hay quien mata a su deudor, como vía expedita para liberarse de la deuda.

Magdalena se expresaba en tiempo presente porque opinaba que la situación de los pobres tiende a no cambiar nunca. Pensé que había terminado de hablar, pero después de un largo suspiro siguió monologando... –En ese convivio, la pequeña Flor Ismenia se paró enmedio del grupo y dijo así: ”El tío David era amigo de un centzontle!... aprendió el canto de ese pájaro! Se paraba el tío en el patio de la casa y silbaba. El podía imitar el silbido del centzontle. Silbaba y tendía la mano hacia adelante. Entonces venía el pájaro, se paraba sobre la palma de su mano y comía las migajas que el tío le ofrecía; luego trinaban juntos. Tío David y el pájaro fomaban el más extraño de los duetos, ejecutando las más extrañas melodías. El tío estiraba los labios hacia adelante y hacía un pequeño agujero entre ellos. Después soplaba con los carrillos, el pecho, el estómago, de modo que si no lo veía, uno podía creer que se trataba de un verdadero centzontle.

Recién empollado se abatió sobre el pájaro la tragedia. Después de una tormenta encontró el tío David al polluelo, caído, hambriento y temeroso. Apenas mostraba plumas. Faltaba mucho para que pudiese volar.

El tío David acostumbraba hablar con las plantas, los animales, las flores, los insectos, con todas las criaturas posibles, así que facilmente pudo dialogar con el infeliz y pudo saber que éste había caído desde el nido, que el nido había sido destruido por la tormenta, habiendo quedado extraviado y solo. Enseguida pasó a vivir en una caja de cartón que el tío David llenaba con virutas.

Crecío el pájaro, se hizo adulto y pudo volar. Llegado a adulto se mostró tan agradecido que cuando el tío le pidió, quiso gustoso el avecilla, enseñarle a trinar como un centzontle. Tiermpo después, cuando le llegó el deseo de tener una compañera, se fué a vivir a un árbol de conacaste que estaba en el lindero del patio de la casa. De allí a veces venía de visita a la ventana, o cada vez que el tío se paraba en el patio y hacía oír su propio trino, dando a entender que quería una nueva lección, o simplemente departir un rato con el avecilla.

-Cuando los primero hombres y mujeres del mundo fueron creados por los dioses nahua, entonces también fue creado el centzontle, para que aquellas gente pudieran regocijarse -decía el tío David”...

-No es extraño! –dijo en esa ocasión Flor Ismenia, sorprendiendo al auditorio, con su afirmación–, que los pájaros lleguen a alternar con los humanos de esa manera. Cuenta Mejía Godoy, que en cierto lugar de la montaña, sucedió que un pájaro guardabarranco se enamoró de la combatiente Arlen Siu. El pájaro la acompañaba donde quiera ella iba, y le alertaba de peligros.

Se sabe que bosque adentro, a los pájaros acechan terribles enemigos. Hay quien dice que fue devorado por una fiera. Y sin embargo, nadie sabe la razón por la que el guardabarranco un día se ausentó. Poco tiempo después, la chinita Arlen Siu caía combatiendo, contra los escuadrones somocistas!

Otros invierten los acontecimientos. Aseguran que a la muerte de Arlen, llevado por la pena el guardabarranco, se internó en lo más profundo del corazón de la montaña y no regresó nunca jamás.

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