martes, 14 de abril de 2009

Filme

Visto desde un ángulo analítico y no desde la vulgar sorna, descubriríamos que la personalidad del individuo homosexual, puede ser tan vasta y diversa como la personalidad del heterosexual. En los entornos machistas por ejemplo, el más macho de todos, cuando queda al desnudo, como caracol sin concha, suele ser homosexual.

La historia a que asistimos es la de un intelectual pequeño burgués, cuarentón que peina canas, para nada afeminado. Se autodefine experto en lengua hispana. Ha vivido mucho tiempo autexiliado en el extranjero. Al morir el último de sus parientes (su hermana), regresa a Medellín, con el premeditado objetivo de buscar morir, ahí donde la muerte prematura es industria floreciente, despilfarrando la cuantiosa fortuna que le ha dejado en calidad de herencia, la difunta.

A su regreso, le da la bienvenida el único amigo que le queda, un viejo compañero de andanzas, en cuya suntuosa morada no se mira una mujer, y quien ahí se adentra, descubre un perpetuo aquelarre sodomita.
Como muestra de aprecio, el amigo presenta al recién llegado a Alexis. Un espigado mancebo cuyo labio superior comienza a pintar bozo, y quien quizá por su carácter temperamental y solitario, igual que el recién llegado, congenia de inmediato y se hacen amantes.

A pesar de su juventud, Alexis es de temer hasta por el más pintado gánster. Donde pone el ojo pone la bala. Por muy escandaloso que sea el alboroto; o nutrido sea el grupo, que tenga que enfrentar, con pasmosa sangre fría echa mano a su Beretta semiautomática, cañón largo, nueve milímetros. Después, mientras se aleja del lugar saltando sobre cuerpos caídos, sonríe con la inocencia de un crío. Más tarde, para mantener la conciencia apaciguada, como muchos otros chicos de la misma vida que él, irá a prender veladoras a la vírgen en la catedral. A la virgen se perfuma el ambiente, no con incienso, sino con humo de basuco y mariguana.

Los enfrentamientos de Alexis suceden con harta frecuencia. Es mucha la gente que no lo quieren vivo.

La historia antecedente desde luego es cinematográfica, y sin embargo, basada en hechos reales. Críos como Alexis mueren a diario y enseguida vuelven a nacer, sobre la ruta de la cocaina hacia el mayor demandante de drogas con la más vasta capacidad de pago, que haya existido jamás (el asunto es que las drogas ilegales ya no sólo son demandadas por bohemios, o capas marginadas; hoy día hasta banqueros, empresarios y altos funcionarios políticos demanda drogas para poder funcionar).

Volvamos a nuestra historia.
El amante de Alexis, en materia filosófica practica una suerte de maltusianismo cínico. Añora el Medellín de su infancia; de cuando era más valle que ciudad, porque eran pocos los habitantes, socialmente más equilibrados. Odia a los pobres por su capacidad de multiplicarse. Multiplican con ellos la pobreza. Justifica el homosexualismo como una detente al crecimiento poblacional. Tampoco carece de sentimientos. Se le acerca una indigente con un crío de brazos y otro que apenas camina. Le pide una limosna.
–Porqué no pedís a quien te preñó? –le pregunta.
–Hijo de puta! –replica la pordiosera.
Conmovido él, se vuelve y le dá dinero.

En otra escena, sin que le pida, se acerca a dar dinero a un pequeñuelo que esnifa pegamento, o quizá thiner, como droga contra el hambre, sólo para contemplar de cerca esos ojillos que le mirarán `desde el fondo del infierno´.

Su experticia en lengua hispana le sirve para subyugar la voluntad de su joven pareja. Le dice: –No mates Alexis! Yo estoy en contra de toda violencia!
Pero a la vez le provee de balas, decursa un discurso y muestra actitudes que incitan a Alexis a matar. Vagan sin rumbo por la ciudad. El tipo provoca altercados con transeuntes o taxistas con su verbo punzante; y Alexis va convirtiendo en cadáver a quien o quienes reaccionan amenazantes.

Un perro con las patas quebradas intenta salir del río hediondo. –Matálo –dice.
Alexis lastimero, contesta: –No! No puedo!
El experto en lengua hispana, coge la pistola y mata al perro. Luego hastiado, endilga la pistola hacia él mismo. Asustado, Alexis trata de arrebatarle la pistola. La pistola cae al agua y se pierde. Este entuerto resulta letal cuando se ven sorprendidos bajo el fuego de uno más de los grupos enemigos de Alexis.

Pasado el ceremonial luctuoso y las borracheras de rigor; vuelve nuestro amigo a las andadas. Seduce a otro muchacho que parece un calco del ya occiso. También él camina a la par suya y va dejando un reguero de muertos producto de sus provocaciones. Es el matador de Alexis, le revelan. –Porqué lo mataste? –le pregunta.
–Porque mató a mi hermano! –responde.
Se da cuenta que lo apasiona tanto como el otro. Ya no quiere morir en la mortal trampa por él mismo escogida: Medellín. –Nos iremos al extranjero –le dice.
–Esperáme aquí –responde el chico– solo voy a llevar la nevera que compraste para mi madre.
–Te espero –dice el experto en lengua hispana.

La espera es vana, el chico amanece en la morgue. El nostálgico cuarentón se dispone a iniciar un nuevo período de luto.

Esta cinta colombiana se titula `La virgen de los sicarios´; pero viéndolo bien, los chicos protagonistas del filme no son sicarios propiamente dichos, a lo mejor podrían catalogarse como aprendices. El sicariato, en la ruta de la cocaina, a estas alturas de la historia es una profesión, que a pesar de la semiclandestinidad en que se mueve, ha alcanzado un respetable estatus económico y social. Ya no actúan en solitario o en pequeños grupos, ni son muertos de hambre. Son tropas especiales de ejércitos tan vastos y tecnificados, que se preparan para asaltar el poder del Estado. Por hoy, sus frentes de mayor envergadura se sitúan en las dos puntas que tiene la susodicha ruta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario