jueves, 9 de abril de 2009

La dureza de la ley

El gato, junto con el núcleo duro de su clica (pandilla), en fase de instrucción ingresaron al penal de oriente, imputados por la muerte de Boanerges Mora, vigilante raso del penal de Ciudad Tonaca; y veinte homicidios más. A Boanerges le dieron de balazos en la puerta de su casa. La señora Licha reconoció a los asesinos de su hijo, y se dispuso a servir de testigo. –Y cómo no los voy a reconocer, si los he visto crecer desde chiquitos? –dijo ante el juez.

–Le dimos (lo matamos), por órdenes de `la voz´, porque no agarraba la onda (no colaboraba), –dijo el gato, ya ingresado, a Concho, lider de una clica hermana.

–`Testigo criteriado´ es un genial descubrimiento jurídico, capaz de una segunda oportunidad para cualquiera! Puede darte medidas sustitutivas, incluso libertad condicional! –dijo el licenciado Arrieta a Wendy Chinchilla, mientras se vestían después del amor–. Según la ley, testigo criteriado es aquél al que a cambio de información útil, se le atenúa la pena por un delito cometido –agregó.

Ella tomó el dinero ofrecido por Arrieta, y sin contarlo lo guardó entre el sostén y los senos. Confiaba en que siempre le daba suficiente.

Ya habían dos testigos contra el gato. El otro era Wendy Chinchilla. Estaba harta de esa vida. Se disponía atestiguar sobre los hechos en que participó con la clica y emigrar a Estados Unidos.

El juez quinto de instrucción ofreció protección a ambos testigos. Wendy aceptó y la llevaron a vivir a una casa, desconocida para Arrieta, arrendada por la policía en el occidente del país. La señora Licha no aceptó. –Quién le va dar de comer a mi familia? –preguntó al juez.
El juez no contestó.

En el penal, a una señal del gato acudió el vigilante al punto de contacto secreto. –Preparame el celular, –le dijo, y le extendió seis dólares.

El vigilante entró al baño, le cambió chip a su celular, después lo puso a cargar en la oficina.

Cambiar el chip a un celular equivale a cambiar de identidad, entrar al anonimato, a la clandestinidad.

–De quién es ese celular? –preguntó el jefe.
–Mío! –dijo el vigilante, y tendió, con disimulo cinco dólares al jefe (obsérvese: el 83.3 % es para el jefe). .

Primero, se comunicó el gato con el chino, hasta Ciudad Tonaca. –Procedan con el testículo (testigo), –le dijo.
Luego se comunicó con el licenciado Arrieta: –necesito la ubicación del testigo criteriado. –Información clasificada–, contestó el licenciado.
–En cuánto está valorada? –preguntó el gato.
–No menos de diezmil, –contestó Arrieta.

Volvió el gato a marcar el número del chino. –Pasen la balanza (extorsionar), en el barrio Calvario, y le entregan diezmil al licenciado, –le volvió a decir.

Pasaron la balanza a todos los comerciantes del barrio Calvario y entregaron diezmil dólares al licenciado. Este se comunicó con el comisionado protector de testigos. Comisionado: –le atenderé en la otra línea. Entró al baño, le cambió chip a su celular. Volvió a sonar el aparatito. Arrieta explicó lo suyo.
–Información clasificada, –contestó el comisionado.
–Lo se, –replicó Arrieta– ofrezco cincomil.
–Bueno, entonces venga a mi oficina y arreglemos.

Conferenció con Arrieta el chino y entró en acción, era su oportunidad para subir de rango. Convocó al resto de la clica, y aguardaron toda la noche fumando crac. Al amanecer, movilizados en un vehículo de cuatro puertas, encontraron a la señora Licha barriendo el andén de su casa. –Aquí tenés por soplona! Vieja cabrona! –le gritaron mientras le disparaban a la cabeza. Desaparecieron sin dejar algún rastro detectable, según la policía.
Se dirigieron hacia occidente.

Dos matutinos dieron las noticias, sin sugerir vinculación entre ellas: el asesinato de la señora Licha, y la muerte violenta de Wendy Chinchilla, quien antes fue violada con un palo, en el occidente del país.

Sonó el celular del juez quinto de instrucción. Contestó y oyó `la voz´. –Le atenderé en la otra línea, –dijo el juez. Entró al baño y cambió el chip..

Al reanudarse el contacto dijo `la voz´: –deseo hablarle del caso `gato´; como usted sabe, implica diez personas.
–Dígame.
–Entiendo que es un caso sin testigos.
–Así es la nueva configuración de caso. En qué le puedo servir?
–Mi empresa registra pérdidas por la detención de esos empleados míos. Pido nada más se actúe en apego a la ley. Procede sobreseer.
–Eso depende del criterio del juez ejecutor, es decir, mi persona.
–Entiendo, por eso solicito de usted un criterio en consecuencia.
–Esa encomienda no la puede atender un juez, pero la puede atender un abogado particular. El abogado atiende en base a costos procesales y honorarios, no así un juez.
–De acuerdo, por eso enviaré a mi apoderado (Arrieta), a su bufete particular, con el poder de cubrir costos y honorarios.
–De acuerdo! Espero! Hasta luego!
–Hasta luego!

El día de la vista preliminar, se sabía que los testigos del caso ya no pertenecían a este mundo; y sin embargo el juez instructor echó a andar rigurosamente los plazos perentorios de ley, luego de lo cual hizo sonar el mazo contra la madera de la mesa para ratificar el sobreseimiento de los imputados, dada la ausencia de testigos.

Culpables de veinte homicidios. Almenos tres cadenas perpetuas, era la posición de la fiscalía.

Por terrible que sea la conducta de los hombres, siempre tienen un dios a quien orar. Al escuchar la sentencia, los imputados cayeron de hinojos en actitud de oración ante las cámaras de los reporteros de prensa.

Los parientes de las víctimas rompieron a llorar.
El llanto de los ofendidos conmovió al licenciado Arrieta de tal manera, que se puso de puntillas enmedio de la sala y dijo en voz alta para que todos oyeran: –señores! La ley es dura; pero es la ley!

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